Se te han podrido
otra vez
las naranjas
en el frutero.
Has llamado
sin saberlo
a las tres damas.
Son como las hadas
de aquellos cuentos
de infancia.
Se te han aparecido
– pobreza, soledad,
tristeza –
en la cocina
esta mañana
y tú dormida,
con ese gesto tan tuyo
las despediste
de malos modos.
Niña tonta,
date cuenta
que puedes enfurecerlas
y entonces volverán
violentas, despiadadas,
como el ladrón en la noche
aun peor que la muerte
a buscarte
cuando no las llames.