Es hermoso indignarse,
dijo Fiodor.
Es tan bella la ira,
el brillo en los ojos
de rabia
y la pasión furibunda.
La nariz hinchada,
los labios firmes,
las manos tensas,
el cuello rígido.
Besaría cada huella
que el amor dejó en tu piel.
Besaría tu impotencia,
el hueco
de lo que te arrebataron.
Quiero entrar
por las grietas
a tu alma.
Quiero apaciguarte
con solo rozarte
o quizá…
Quizá jugar contigo.
Enfadarte aún más
hasta que vayas a estallar,
¡tan hermoso,
fuera de ti mismo,
tan vivo!
Y entonces reír.
Reírme de felicidad
al saber que he sido yo
-¡yo!-
quien ha provocado
el juego.
Necesito
tanto
verte.
Necesito
tanto
enfadarte.