Hiciste trampa
jugando a cartas.
Pensabas
que no me di cuenta
cuando guardaste
el siete de picas
bajo la manga.
Son tan viejos tus trucos
como el mismo mundo.
Son tan claros tus miedos
que ya no me asusto
y cuando los veo,
los saludo,
los invito a pasar,
siéntense en el sofá,
¿quieren algo para tomar?
Sonrío.
Y en el café
y en las heridas,
en lugar de azúcar,
pongo sal.