Lektionen

Lektionen in Finisternis – Werner Herzog – 1992

Cuesta creer que estas son imágenes de la Tierra y no de Marte, que es real y no ciencia ficción, que es producto de la ira del hombre y no de la de un dios destructor, que ese lugar absolutamente aniquilado, estéril, existe. Pero lo más difícil es, sin duda, apartar la mirada. Uno está totalmente cautivado, inmerso en la pantalla. Es terrible, sí, pero, por eso mismo, fascinante. Como los rostros de las esculturas de Miguel Ángel. Y parece cruel recrearse en unas imágenes tan duras, pero también es inevitable, porque la emoción, la experiencia de contemplar estos paisajes apocalípticos, la sensación de haber avanzado milenios y tener la oportunidad de estar presente en el fin del mundo, son tan fuertes que superan los argumentos que nuestra razón podría esgrimir. Lektionen in Finsternis no es un ensayo sobre la guerra, es una ópera sobre la última mirada al mundo.

Rojo

http://www.imdb.com/title/tt0118694/

In The Mood For Love – Wong Kar-Wai – 2000

Hong Kong en 1962 es descrito a través de las calles, los vecinos cotillas y la comida. El rojo es por la pasión, China, la sangre y la traición. Es lo que susurran los amantes que no quieren ser descubiertos. Tienen secretos, secretos como sombras que los siguen a todas partes.

Alan Berliner

Creo que para Alan Berliner el ritmo es fundamental.
El sonido.
Los tiempos.
Los recortes.
Los recuerdos.
Las rendijas.
Los relojes.
El tic tac de las agujas del reloj sobre la mesilla que marcan los segundos, lentos, lentos, lentos, pesados, tibios, como los párpados a punto de cerrarse en Wide Awake.
 

Fotograma de Wide Awake

Las sílabas. In. Co. Nex. As. de Edwin Honig en Translating Edwin Honig: A Poet’s Alzheimer.
Son fragmentos de recuerdos, del pasado, de las fotografías viejas y olvidadas en alguna bolsa de plástico que alguien decidió tirar, en algún mercado de la memoria.
Es esa idea (atrevámonos a llamarla postmoderna) del collage, de la re-construcción frente a la construcción, de la copia frente al original, del metraje encontrado por azar. El azar como parte de la película, como un elemento más. Esto podría hacernos pensar en el género documental. En el caso deBerliner no es que atrape la situación imprevista, sino que es un azar “constitutivo”, si puede llamarse así, fundamental, intrínseco a la obra, porque se nutre de un material no ideado por el artista sino hallado en cualquier lugar y reciclado para sus propósitos.
Trabaja con fotografías, periódicos, vídeos, chinchetas, tornillos, cartulinas, como un artesano, como un niño que pinta, recorta y pega. Se podría decir que Berliner toma una materia inerte y la dota de significado, de vida, a través de la composición, de la yuxtaposición, del contraste, del diálogo entre imágenes.
Como en una pieza musical.
Como en el lenguaje.
Juega.
Experimenta.
La obra de Berliner es rápida, directa, profundamente emotiva y muy divertida. Una de las críticas que se hace a algunos artistas contemporáneos es que han perdido su capacidad de conectar con el público. Berliner sabe contar historias, es capaz de hacer de un problema personal una reflexión universal.
Le conocí el año pasado, en su estudio. Creo que en Berliner, el entorno en el que trabaja, su proceso de creación y la obra final son inseparables. Por eso en sus películas se desgañita tratando de explicar al espectador continuamente cómo hace las cosas, frente a la cámara. Da la vuelta a la cámara y se mira a sí mismo, al proceso. Sus obras son pura edición. El medio. La materia de la que están hechas las cosas. Son esenciales en Berliner. Y quizá también en la vida.